¿Qué pasó con los 230 autos destrozados durante la filmación de Rápidos y Furiosos 7?
No mucho tiempo después de que los dobles de Vin Diesel, Michelle Rodríguez y el resto del elenco de Rápidos y furiosos 7 filmaron sus acostumbradas persecuciones de autos que desafían a la muerte en una sinuosa carretera en las montañas al oeste de Colorado Springs, Richard Jansen recibió una llamada. Un personal de la película había visto su letrero de “compramos autos chatarra” en la autopista y se preguntó si el propietario de Bonnie’s Car Crushers podría transportar 20 o 30 vehículos destrozados sin esperanza de reparación, incluyendo varios Mercedes-Benz negros, un Ford Crown Victoria y un Mitsubishi Montero. “Claro”, dijo Jansen.
Más tarde, Jansen y su equipo, basados en Penrose, también en el estado de Colorado, pasaron varios días colocando los autos en un tráiler para llevárselos. Los productores insistieron en que triturara o machacara todos, para impedir que alguien los reparara y se accidentara. En consecuencia, en alguna parte del mundo ahora existe un gran cubo de chatarra que alguna vez fue un Mercedes Benz negro conducido en una persecución de autos de Rápidos y furiosos 7. “Era un tanto inusual ver algunos modelos relativamente recientes de Mercedes-Benz, todos aplastados y buenos para nada”, expresa Jansen.
La forma en que los autos son fabricados y preparados para películas de acción ha sido bien documentada: el proceso involucra a mecánicos, jaulas de seguridad, neumáticos para carreras y pilas de combustible. Sin embargo, después de que termina la filmación, ¿qué sucede con los autos que se tiran en paracaídas de aviones, saltan de precipicios o son aplastados por tanques?
“Es bastante fácil”, dice Dennis McCarthy, coordinador de autos para películas de la serie Rápidos y Furiosos. El equipo de rodaje tiene que seguir un protocolo específico, documentando cada paso por motivos de contabilidad y responsabilidad legal, señala. “Tenemos que llevar la cuenta de todo auto destruido en cada película”.
Los productores de la película destrozan cientos de autos en cada filme y en la séptima entrega fueron más de 230. Para Rápidos y furiosos 6, de 2013, cuando un tanque sale de un transporte militar y aplasta múltiples vehículos en una autopista en la isla de Tenerife, España, el equipo de McCarthy alcanzó acuerdos con depósitos de chatarra y lotes de autos usados locales. “Arruinamos unos 25 autos al día, ellos venían en la noche, los recogían y nos traían otros 25”, apunta. “Era un proceso de 24 horas del día, con múltiples grúas y tráileres para transportar autos”. Para Rápidos y furiosos: 5in control, de 2011, en la que el equipo de rodaje transporta una enorme caja fuerte por Puerto Rico, los productores del filme establecieron un acuerdo con el gobierno para transportar autos usados de manera económica de la chatarrería de San Juan al lugar de filmación, destruirlos y después llevarlos de regreso al depósito de chatarra.
Tras filmar la persecución en la carretera Monarch Pass en las montañas de Colorado en Rápidos y furiosos 7, el equipo a cargo de los autos guardó los vehículos destrozados en el estacionamiento del pequeño complejo de esquí Monarch Ski Resort. Jansen tuvo dos días para desplazarlos para que el resort se pudiera preparar para su temporada inaugural. “Probablemente destruimos más de 40 vehículos filmando esa serie de escenas”, afirma McCarthy.
En los primeros días de las películas de persecuciones automovilísticas, los productores hacían gestiones para llevar los autos destrozados a chatarrerías y se olvidaban de ellos.
A medida que las películas de persecuciones automovilísticas han evolucionado de clásicas de culto a producciones multimillonarias, los supervisores de los autos de Hollywood han intensificado sus normas sobre cómo deshacerse de autos destrozados. A nadie le gustaría ser demandado cuando un fan se escapa en un Mini Cooper restaurado de Identidad desconocida (The Bourne Identity) y lo conduce bajando por unas escaleras. “No proceso nada que tenga una jaula de seguridad, como un auto para escenas peligrosas; automáticamente nos deshacemos de estos”, dice Ray Claridge, presidente de Cinema Vehicles Services, en Los Ángeles, que recicla y desecha autos destruidos o dañados en películas. “No me agradan los problemas legales”.
Hace dos años, Claridge y su equipo ensamblaron 150 vehículos para Capitán América y el Soldado del Invierno. Después de que se terminó de filmar la película en Cleveland, encontraron los autos en varios grados de destrucción en un almacén. Les tomó cinco jornadas de 18 horas para ordenarlos en dos categorías: los vehículos sin esperanza fueron a dar a un depósito de chatarra para ser machacados y los 40 y pico restantes regresaron a Los Ángeles para ser reciclados.
La destrucción tiene un precio, proceso y medidas de seguridad gestionadas por la ley, ahora vemos que hacer una película de este calibre no es nada fácil, ahora cuando veas una película con mucha destrucción sabrás que requiere de mucho esfuerzo sin mencionar el dinero que se invierte, para que en el cine disfrutes de la película como si enserio estuviera sucediendo.
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